Nací en Sevilla,
en ese lugar donde los duendes se mezclan con el arte y las penas,
donde las lágrimas son sonrisas entre chicotás y saetas,
donde el otoño no hace ruido
para no despertar la alegría del azahar que duerme esperando la primavera.
Nací en Sevilla,
porque Dios me lo debía,
porque antes de nacer ya soñaba con su Giralda y su río,
inventaba palomas, parques misteriosos y calles con embrujo.
Nací en Sevilla,
y si mi cuerpo estuviera en otra parte,
mi espíritu vagará errante para dar los buenos días a mi Sevilla.
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