
un olor a añejo en tu sonrisa,
un abrazo que ahora no te ha llegado al alma,
un poco de rencor y un color a alma que no cesa de repetirte:
¡Adelante, no desfallezcas...!
Tú sabes que hay una presencia contigo ahora
que te llora por tu tristeza,
que te sonríe cuando te da el sol en la cara y el corazón,
pero que te grita y no escuchas:
¡No te rindas!